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Mitos

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viernes, 30 de mayo de 2014

El Elevador

Abrí velozmente la puerta del auto. Era un vehículo pequeño y estábamos todos dentro, mi madre, mi tío, dos primas, (una prima 7 años y otra de 15) mi hermano y yo.

Estábamos a frente del edificio donde vivía mi tía. Era bastante alto en comparación de las casas de alrededor, a pesar de tener tan solo 10 pisos.

Entramos, había un guardia esperándonos, nos pidió nuestros nombres antes de dejarnos entrar.

-¿Por qué hay dos ascensores?- preguntó mi prima con ternura

-Uno llega directamente a la casa, mientras otro llega a la planta para entrar por la puerta- respondió mi tío en tono de sabiduría y presunción mientras presionaba el botón para llamar el de la izquierda.

-¿A cual entraremos?- volvió a preguntar

-Al que llega a la planta, necesitamos la llave para marcar un número si vamos por el otro. Es seguridad para que nadie entre.

Los elevadores eran viejos, de esos en los que tienes que abrir manualmente la puerta y al subir veías como pasaban las diferentes puertas.

Llegamos al apartamento de mi tía. Ella nos saludo a todos y tomamos asiento. Hablamos toda la tarde, de todo tipo de temas. Antes no le tome importancia a algo que había dicho, ahora no paro de pensar en eso:

Nos dijo que el edificio estaba casi despoblado debido a su antigüedad, solo había gente viviendo hasta el cuarto piso. Anteriormente había un sujeto viviendo en el último, pero fue asesinado.

El aburrimiento nos consumió a todos los menores cuando comenzaron a hablar de trabajo. Así que decidimos bajar al parque.

La curiosidad hiso que los cuatro nos montásemos en el elevador que llega directamente a la sala. Grave error.

Luego de que todos estuviéramos adentro, me disponía a marcar para llegar al patio, pero antes de que alcanzase a oprimir el botón, el ascensor subió.

-Ah, demonios- maldije por lo bajo- Seguro alguien más lo llamó antes de nosotros- anuncié dirigiéndome al grupo.

-Pero…-murmuró mi primita

-¿Qué?- le pregunté

-El tío dijo que para marcar un piso aquí necesitabas una llave.- preguntó con temor, la voz le temblaba.

Algo me impactó bastante, justo antes de que le dijera que yo no había marcado miré a mi prima de 15 años, hija de la tía que vivía aquí, por lo tanto ella sabía lo que estaba sucediendo.

Su cara estaba pálida, como un fantasma, su pupila dilataba lentamente, con los ojos desorbitados, el pelo erizado y la piel de gallina.

Al verla comprendí lo que mi prima pequeña quería decir. Mi tía vivía en el cuarto piso, y nadie mas habitaba el edificio en los pisos de más arriba.

Que no pare en el diez. Pensé, mientras intentaba oprimir el botón de ‘’STOP’’ para detener el ascensor, fue en vano.

El ascensor paró en seco. Pensé que mi corazón pararía así si no dejaba de palpitar tan velozmente.

Todos nos quedamos inmóviles. Sin saber que hacer. Estaba sudando, tenía miedo.

Luego de pensarlo durante un largo tiempo, marqué el primer botón. El elevador no se movió

-Tienes que abrir completamente la puerta para volver a marcar, para que nadie pida el ascensor antes de que la persona baje.- Aclaró mi prima. Nadie se atrevería a abrir la puerta, y mucho menos mirar el número del piso.

-Yo lo haré- dijo mi hermano haciéndose el valiente mientras se abría paso entre todos nosotros. Al posar la mano sobre la puerta se detuvo. Dudó un segundo y la comenzó a abrir lentamente.

Conforme iba abriendo veíamos claramente el interior del apartamento.

Era bastante grande, mucho más que el de mi tía, por qué ya lo sabía. Estábamos en el último piso, el décimo.

Una obscuridad reinaba el lugar. Había polvo por todas partes. Sin embargo algo me llamó más la atención: estaba amueblando. Alguien había vivido aquí, o seguía viviendo.

Mi primita lazó un enorme alarido que nos entumeció a todos justo después de que mi hermano abriese la puerta completamente.

En la pared de al lado había una enorme mancha de sangre seca que llegaba hasta el piso.

Mi hermano separó la mano de la puerta, pero esta no se cerró. La haló fuertemente pero no se movía.

-¡Oh dios no!- gritó mientras lloraba

-¡Cierra!- chilló mi prima. Parecía que no entendiera que la puerta estaba siendo atrancada por algo… o alguien.

Le ayudé con bastante prisa, pero la puerta no se movía.

Me pareció ver una sombra dentro de la casa. Viré velozmente la cabeza para ver que era. Había algo que se acercaba. No se veía, pero notaba como el polvo del suelo se movía.

-¡¿Qué pasa aquí?!- gemí mientras intentaba halar mas fuerte.

Eso se acercaba cada vez más, toda la escena me estaba volviendo loco. Los pasos, mi prima gritando, mi primita llorando en una esquina, igual que mi hermano mientras intentaba cerrar.

Cuando llegó a la puerta no sentimos más que un empujón sobrehumano cerrándola.

Mi hermano y yo nos caímos hacia atrás. El ascensor bajó.

Nunca dijimos nada a nadie sobre esto. No he vuelto a usar un elevador desde entonces. Hemos intentado olvidarlo pero no podemos, algo que me atormentará para siempre es cuando el ascensor cerró, pues vi claramente la silueta de un hombre serio, mirándonos fijamente desde la ventanilla.

Esta historia me la contó un amigo, diciendo que le había sucedido. No le hubiera creído de no ser que lo vi discutiendo con su hermano por habérselo contado a alguien.

jueves, 29 de mayo de 2014

Con el Demonio en Casa

Yo no creía en los fantasmas, realmente no creía en nada que tuviera que ver con algo místico o no físico, era escéptico a todo lo que tuviera que ver algo con lo supernatural. Mi hermana en cambio, juraba que lo sobrenatural era verdadero y además que ella tenía el don de percibir cosas y energías, lo cual para mí no eran más que tonterías. Éramos dos polos totalmente opuestos, ella por supuesto una mente inferior que se había dejado engañar por la televisión y la religión y yo claro el ateo científico adolescente que tachaba de ignorante a cualquiera que hablara de cosas que no fueran tangibles o demostrables, al menos hasta ese día.
Aquella noche, mis amigos del colegio y yo veríamos una película de horror en la casa y comeríamos pizza, pero Carlos decidió llevar las cosas a otro nivel. Era el típico muchacho punk que le encantaba jugar a invocar al diablo y todas esas falacias, no negare que era bastante divertido, pero claro para mí era solo entretenimiento. Carlos saco de su mochila una tabla ouija y dijo que jugáramos una sesión, todos parecía emocionados y yo decidí participar solo por diversión. Comenzó la sesión y Carlos pregunto:

¿Hay alguien presente con nosotros?
El cristal se movió y la respuesta fue “si”, que falsedad, pensé en mi interior.
¿Eres bueno o malo?
El cristal no se movió.
¿Eres hombre o mujer?
Aun sin respuesta.
Les dije a mis amigos que era solo una tontería y que mejor deberíamos ver la película y dejar de perder el tiempo. Aun no terminaba de hablar cuando la tabla se sacudió sobre la mesa por sí sola, nos quedamos helados. Carlos tomo de nuevo el cristal y pregunto: - ¿Quién eres y que podemos hacer por ti?
El cristal comenzó a moverse.
S-O-Y-E-L-D-E-M-O-N-I-O

Tire una carcajada algo nervioso pero siempre manteniendo mi postura escéptica, Carlos juro y perjuro que el no había movido el cristal y aunque algunas de las chicas se asustaron, yo logre convencerlas de lo contrario, continuamos viendo la película y olvidamos el suceso por el resto de la noche.

Mis amigos se fueron y yo limpie un poco el desorden para después irme a dormir. Apague las luces y subí la escalera, no negare que iba un poco nervioso, sentí de pronto que alguien subía detrás de mí y mi corazón se aceleró, de pronto una mano toco mi hombro y sentí que mi sangre congelar hasta los pies.

Hicieron algo malo esta noche Miguel, ahora él está aquí. Reconocí la voz de mi hermana y me tranquilice un poco, voltee a mirarla y le dije: -Maldita sea Ángela, ¡¡quieres matarme de un susto!!

Me siguió por el pasillo, repitiendo lo mismo como una zombi

-NO DEBISTE HACERLO MIGUEL, NO DEBISTE HACERLO…

-Déjame en paz ¿quieres?- Me aleje de ella algo molesto y me metí en mi habitación. Me dispuse a dormir y me metí a la cama, pero entonces empezó mi tormento, podía escuchar como algo golpeaba mi ventana, sabía que no teníamos arboles así que no podía culparlos, de pronto escuche pasos dentro de mi habitación y me hundí en mis sabanas, estaba aterrado y mi terror aumento cuando sentí como alguien se movía debajo de mi cama.

Vamos, no seas estúpido es solo sugestión, es tu mente jugándote bromas, me dije a mi mismo, pero todos mis pensamientos se bloquearon cuando al pie de mi cama, pude distinguir la silueta de lo que parecía ser un hombre volteado de espaldas, me petrifique pero no podía dejar de mirarlo, entonces se dio la media vuelta, sus ojos rojos brillaron y una horripilante riza infernal salió de su boca. Solté un alarido de terror, entre en un ataque de pánico y comencé a llorar. Mi padre abrió al instante mi puerta y encendió la luz.

- ¿Que pasa hijo? ¿Qué te sucede? Dijo sorprendido.
- ¡¡Ahí está, ahí está!! Dije llorando y señalando a la nada.
- Solo fue una pesadilla hijo cálmate- Dijo mientras me abrazaba.
- Demasiada pizza y películas de horror hijo, vamos, ¿porque no vas a dormir con tu hermana? te sentirás mejor.
Me levante aun en shock y sollozando me dirigí a la habitación de mi hermana y me acosté a su lado.
Ella estaba dormida pero aun así me sentí mucho más tranquilo de tener compañía y empecé a quedarme dormido. Pero justo antes de que el sueño me venciera, escuche de nuevo las pisadas en la habitación y sentí como se movía debajo de la cama, me congele. - Ángela, despierta, Ángela- Dije mientras sacudía a mi hermana.

Se enderezo y volteo a mirarme, pero lo que dormía a mi lado no era mi hermana, era un horrible y escalofriante ser infernal que al mirarme con sus ojos llenos de odio, soltó el gruñido más horrible que hubiera escuchado en mi vida, como un cerdo en el matadero, me desmaye por la impresión.
Desde aquella noche deje ser escéptico, y ¿te confieso algo?



He visto al Diablo dos veces en mi vida, una en la habitación de mi hermana aquella noche y la otra, ahora que está detrás de ti...

Rokurokubi

Durante el día parecen seres humanos normales, pero por la noche que adquieren la habilidad de estirar su cuello para grandes longitudes como una serpiente. También puede cambiar su rostro al de un espantoso oni (ogro japonés), para asustar mas a los mortales,algunos mitos aseguran que los Rokurokubi son criaturas inocentes que en la noche beben el aceite de las lamparás,otros mitos aseguran que se comen a la gente o beben su sangre.

Historias De Terror y Creppypastas

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